Hace unos días estaba hablando con otro fan de Perdidos y me comentaba que tenía miedo de que el final no estuviese a la altura de la serie. Bueno, la verdad es que lo he suavizado bastante. El diálogo fue más o menos así:
- “Me da miedo que al final la caguen”.
- “Sí, como en Twin Peaks” – añadí yo.
- “O como en Matrix, que después de tanto esperar nos quedamos con las ganas de saber qué pasó” – concluyó él.
Evidentemente ahí no estuve de acuerdo. La trilogía de Matrix tiene un final lógico y, haciendo una revisión general, te diría que incluso esperado.
El caso es que igual que hace tiempo publiqué una entrada en Psicología y Cine comentando Twin Peaks, aquella conversación me dio la idea de hacer algo similar aquí, por si a alguien más le pasaba lo que a mi amigo y no se había enterado de lo que había pasado en Matrix. Por cierto, esperemos que no haga falta hacer lo mismo también con Perdidos.
Primero he de decir que a mi juicio en la trilogía de Matrix sobran muchas cosas. Mientras la primera película es toda una obra de arte, la segunda y la tercera se hubiesen podido refundir en una sola y así las líneas argumentales no se perderían en el tiempo. Bastaba con eliminar escenas de lucha, que como símil del enfrentamiento informático quedan muy bien, pero alargan un montón la historia. Sin ellas en dos horas la completabas tan ricamente y con sólo dos películas, en lugar de tres.
En fin, dicha historia es una fábula sobre el alma humana y el sentimiento contradictorio, anhelo y miedo, que nos provoca el libre albedrío. En esa sociedad que nos presentan, reflejo de la que vivimos, hay algo que no funciona y somos nosotros mismos. Queremos sentirnos libres, pero luchar por ello representa tal incomodidad que a veces cerramos los ojos para no tener que admitir que no lo somos. Así, en esa sociedad en la que las máquinas han tomado el papel de Dios, pensamos que elegimos voluntariamente no tener que pensar.
Pero de la misma manera que en una tragedia griega, para que a los dioses (máquinas) les vayan las cosas bien, igualmente nos han de ir las cosas bien a los hombres. Así que las inteligencias cibernéticas de Matrix están preocupadas porque la sociedad que han diseñado para nosotros no funciona correctamente.
Para remediar esto, han creado un programa que estudia las necesidades de los hombres, interacciona con ellos y, a modo de “defensor del cliente”, averigua sus necesidades básicas, investiga la razón de sus quejas y propone al sistema las mejores necesarias para que la existencia de las personas sea más satisfactoria.
Tal programa es “El Oráculo” que, como los tradicionales, sólo proporciona a los que le consultan vagas respuestas enigmáticas que no son sino lo que ellos quieren oír. El programa sabe que, en el fondo, lo que necesitamos es tener la sensación que elegimos nosotros, así que la modificación básica que propone es que las personas tengan más capacidad de ejercitar su libre albedrío, algo que el sistema no está dispuesto a aceptar y ello coloca al “Oráculo” en una posición de disidencia, viéndose obligado a buscar el apoyo de los rebeldes de Sión y especialmente de Neo, para conseguir sus fines.
Quien tendría que dar su aprobación a las modificaciones propuestas por “El Oráculo” es “El Arquitecto”, el constructor de Matrix. Es la inteligencia artificial que ha diseñado el sistema y hace que funcione. Es conservador y para “El Oráculo”, sus ideas son un tanto obsoletas. Él fue el que a su vez diseñó a los otros programas dotados también de inteligencia artificial y la suficiente autonomía para hacer que el sistema funcione. Así nos encontraríamos al propio “Oráculo”. A “Merovingio”, un gestor de información al que le cuesta controlar su ego. Y al “Constructor de llaves”, una herramienta para encontrar atajos y abrir puertas traseras en ese ciber laberinto. Eso por sólo citar algunos ejemplos. En las dos últimas películas puedes reparar en la funcionalidad y curiosa personalidad que tienen los distintos programas que aparecen.
Mención especial requieren “los agentes”, herramientas de control para prevenir y solucionar los posibles errores (bugs) del sistema. El más popular es el implacable “Smith”, que en su lucha con Neo sufrió una contaminación (corrupción en sentido informático, no político) de su código, convirtiéndose en una especie de virus que ahora funciona por su cuenta, poniendo en peligro la existencia del propio Matrix.
En un sistema en el que todo se ha previsto por “El Arquitecto”, también se ha tenido en cuenta que los inevitables fallos que surgirán ocasionarán pérdidas en el rendimiento del sistema. Así, lo mismo que después de instalar y desinstalar muchos programas nos damos cuenta de que nuestro ordenador ya no va como al principio y tenemos que formatearlo para empezar de cero; Matrix también tiene previsto “formatearse” de vez en cuando. Para ello existe la figura de “El Elegido”, un humano de características especiales. Alguien que intentará vencer al sistema. Una rebuscada manera que tiene Matrix de encontrar el momento adecuado para “resetearse”.
Neo no ha sido el primer “Elegido” ni será el último, pero ha sido el adecuado para encontrar la solución al fallo que aquejaba a la actual versión del sistema y para ello ha tenido que comprender que para salvar Sión también tenía que salvar Matrix.
¿Qué peligro aquejaba a los dos?. Pues ni más ni menos que Smith, el agente, o mejor dicho, el virus. Este insidioso programa es capaz de autoreplicarse, de infectar a otros programas y tomar sus características, de crecer alcanzando proporciones insospechadas… Ha infectado y se ha apropiado del “Oráculo”, si hace lo mismo con “El Elegido” nada impedirá que se adueñe de Matrix.
En la épica lucha del final, Neo sabe que no puede vencer a Smith. El agente también lo sabe y no entiende porque se obstina en seguir luchando. Lo hace porque haberse rendido al principio hubiese resultado sospechoso. “El Elegido” es portador de un código que de volcarse en la fuente de Matrix provocaría el reinicio del sistema (ver Matrix Reloaded). Cuando Smith finalmente “vence” a Neo y se apropia de sus características, recibe ese código que lo que hace es destruirle a él, salvando así a Matrix.
Al igual que los otros programas que había infectado “El Oráculo” queda libre y, con sus tesis confirmadas, puede exigirle al “Arquitecto” que, por el bien de Matrix, quede garantizado el libre albedrío de todos los humanos. Ahora bien, la capacidad de elección final pasa por la opción de que las personas puedan decidir si siguen en Matrix o afrontan la existencia fuera del sistema. ¿Tú qué crees que harían?
Piénsalo
¿Estas segur@?
¿Eres creyente?... Ah, bueno… no, por nada.
Saludos,
Sansar
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Hay vida después de ‘Second Life’
http://tecnologia.elpais.com/tecnologia/2015/05/11/actualidad/1431335151_970268.html
Hace 9 años