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lunes, 29 de diciembre de 2008

Problemas de antaño y hogaño, rizos, bucles y paradojas temporales

Que complicados son los viajes en el tiempo. Lo de las paradojas temporales y todo eso quiero decir. Pero es que creo que a veces exageramos y sacamos las cosas de quicio (¿has leído el artículo de Wikipedia?). Por ejemplo, el conocido problema de que viajo al pasado, me cargo a mi abuela (es un decir) antes de que tenga descendencia, con lo cual yo ya no puedo existir. Pero si no he podido existir ¿cómo es que he viajado al pasado?.

Obviamente cualquier suceso que haya ocurrido en el pasado ya es historia y si algo hubiese obstaculizado mi línea genealógica yo no habría podido nacer, por lo que el hecho de estar aquí escribiendo esto, es la prueba palpable de que ni yo, ni nadie se cargó anteriormente a ninguna de mis abuelas (pobrecitas, con lo majas que eran las dos). Así que en el planteamiento inicial del problema hay un evidente error que tendemos a pasar por alto abrumados por su aparente irresolubilidad.



Hay películas, como la saga de Terminator, que se aprovechan de este error y de hecho basan enello toda su trama argumental, pero como el propio John Connor debería saber, su propia existencia es la prueba palpable de que los malvados cyborgs no tendrán éxito en cargarse ni a él ni a su madre. Y digo yo que de todos modos, puestos a mandar robots buenos al pasado para proteger a tu familia, o lo que sea, ya les podías programar con la información adecuada para que sepan quién les va a atacar, dónde y cuándo, que eso tú ya lo sabes Johnny, que a ti te pasó hace años y si algo se te ha olvidado tu madre se encarga de contártelo, que anda que no es cabezota la buena mujer. Es que los pobres robots buenos dan un poco de pena de ver lo despistados que andan, que hasta el terminator que viaja a proteger a "Baby Jesus" lo hace mejor.



Fuera de bromas, en otras películas, como en “Doce Monos”, el tema está tratado de manera exquisita. Queda claro que aunque viajes al pasado y hagas cualquier tontería el futuro no se altera, porque las repercusiones de tu viaje ya están registradas en la propia historia. De hecho, la misma doctora Railly ya tiene documentación de uno de los compañeros de Cole, que apareció en las trincheras de la Primera Guerra Mundial diciendo que venía del futuro y simplemente fue catalogado de loco, igual que el propio Cole.

Es más, cuando en su primer viaje al pasado llega a 1994 y le internan en un psiquiátrico, tiene lugar la siguiente conversación con los doctores:

"- Cinco mil millones de personas murieron en mil novecientos noventa y seis y noventa y siete. Casi toda la población mundial. Sólo sobrevivió el uno por ciento de nosotros.
- ¿Va usted a salvarnos señor Cole ?
- ¿Cómo voy a salvarles ? Eso ya ha ocurrido. No puedo salvarles. Nadie puede."




Lógica aplastante, él ha viajado al pasado no para impedir el desastre, sino para recoger información sobre el virus que permita encontrar una cura en el futuro.

Por cierto que las escenas en el psiquiátrico son geniales. El personaje de L.J. Washington convenciendo a Cole de que vive “en una realidad divergente” está de lo más conseguido. Y la interpretación de Brad Pitt haciendo de paranoico le supuso la nominación en 1996 para el Oscar al mejor actor secundario por su papel de loco. Parece ser que el actor declaró no estar satisfecho del todo con esa interpretación, según él le faltó estar más siniestro, quizás así hubiese ganado el premio.

No quiero terminar el comentario sobre esta película sin hacer dos referencias obligadas. La primera a la “La Jetée” (que se podría traducir por “La Escollera”), un cortometraje francés dirigido en 1962 por Chris Marker y que es en el que se basa “Doce Monos”. Os pongo los minutos iniciales y si os interesa lo podéis seguir viendo en YouTube.


Esta interesante película francesa también sirvió de inspiración a David Bowie para su videoclip "Jump, The Say".

Y hablando de música, la segunda referencia que quería hacer es sobre la excelente banda sonora de "12 monos", en la que destaca la “Suite Punta del Este” de Astor Piazzolla como leitmotiv de la película.


Sigamos. En Esfera, basada en la novela homónima de Michael Crichton, se emplea una artimaña un tanto ingenua para cerrar el bucle temporal. Lo recordáis ¿no?. Encuentran en el fondo del pacífico una nave espacial, supuestamente extraterrestre, pero que en realidad resulta ser una nave de la Tierra que se estrelló hace trescientos años y que evidentemente procedía del futuro.

El equipo que realiza el descubrimiento pasa por múltiples peripecias, fundamentalmente por un artefacto que transportaba la nave y que servía para hacer realidad tus sueños, o tus pesadillas. Dicho así es una simpleza, pero en el contexto de la historia tiene sentido (por cierto, como ya he comentado alguna vez, esta historia no es nueva, la encontramos en El planeta prohibido, que a su vez la toma de La tempestad de Shakespeare).

Bien, el equipo investigador, en su aislamiento oceánico y por los registros que encuentran, se da cuenta de una cosa: los tripulantes de la misteriosa nave no sabían de la peripecia temporal que les había llevado a estrellarse en el pasado, así que ellos mismos, los investigadores, no sobrevivirían y no podrían dar la fabulosa noticia del descubrimiento que habían hecho. Así que lo tenían bastante crudo, a no ser que se les ocurriese alguna manera de sobrevivir y preservar el secreto que haría que en el futuro esa nave despegase sin saber el destino que le esperaba, como efectivamente ocurre.



Como veis, de una manera más simple todavía, pero ocurre. Y es evidente que tienen el poder de hacer que se cumplan sus deseos, porque una cosa es lo que manifiestan desear y otra es lo que de verdad desean. Ellos sólo pidieron olvidar que tenían el poder, pero además dejaron de tenerlo. Es que las esferas extraterrestres son muy listas.

Pero bueno, el bucle temporal lo cierran que es a lo que íbamos y sin alterar el futuro c.s.q.d.


Más les cuesta cerrarlo a los chicos de El final de la cuenta atrás, en la que el portaviones Nimitz se ve trasladado, por obra de una tormenta “einsteniana”, a los momentos anteriores al ataque japonés a Pearl Harbor, planteándose la posibilidad de intervenir para abortar dicha acción, cosa que como sabemos es imposible porque el ataque ocurrió sin que nadie lo impidiese.

En honor a los guionistas he de decir que el problema lo resuelven de manera bastante imaginativa y coherente. No queda claro el tema de la tormenta, de dónde sale y por qué, pero es que como no sabemos cómo viajar en el tiempo, las diversas causas que originan dichos viajes no quedan explicadas bien en ninguna película.



En Millennium nos encontramos a una organización del futuro que se mueve por el tiempo tratando de arreglar los posibles desajustes que se van formando. Algo similar a los “eternos” de Asimov pero bastante más cutre, por lo menos la película. Además al final todo el chiringuito se les desmonta por culpa de las paradojas temporales que no han podido controlar


Aunque esta organización debería de haber existido, por lo menos para darles una buena paliza a los de El sonido del trueno, a los guionistas, que casi se cargan la humanidad porque alguien viajó al pasado y pisó una caca, alterando la historia. Pero, si esto fuese tan complicado ¿en qué lío nos habrían metido los de “Regreso al futuro”?. Ni te cuento.



De Timeline (Rescate en el tiempo) y El enigma de Jerusalén ya he hablado aquí antes. Tienen sus cosas pero más o menos el aspecto temporal está bien tratado.

Bueno, películas de viajes en el tiempo hay muchas así que permitidme que no sea exhaustivo, pero no quería dejar de comentar una de las más interesantes, el clásico “El tiempo en sus manos”, pero como en ella se viaja al futuro no tenemos bucles temporales que cerrar.



Y para terminar quería hablar de “Los cronocrímenes”, una interesante película española que tiene un tratamiento diferente del problema. Imagínate que has hecho una pifia gorda. Puedes retroceder en el tiempo para intentar arreglarlo, pero como tu “yo” del pasado no está por la labor de hacer semejante tontería tienes que forzar un poco la situación, intentando que las cosas no se desmadren y si lo hacen quizás puedas volver a intentar viajar al pasado otra vez para enderezarlo, pero entonces habrá tres “tú” al mismo tiempo y cada uno con una idea distinta. ¿Cómo se resuelve eso?, pues te dejaré que lo descubras tú viendo la película, que hablando de viajes en el tiempo no quiero adelantar sucesos.



Lo que no quiero es dejar estas líneas sin recomendarte que releas el Viaje Séptimo (“Diarios de las estrellas. Viajes“. De Stanislaw Lem) En el que se nos cuenta como el solitario aventurero espacial Ijon Tichy, navegando en las cercanías de Betelgeuse, atraviesa una zona de remolinos gravitatorios, lo que provoca en el interior de su nave distorsiones temporales que pueden llegar a ser la solución de sus problemas… o la causa de ellos, que en estos casos no se sabe qué va antes y qué después.

Bueno, por hoy nada más. Os deseo que tengáis un estupendo año 2009 y como regalo os dejo un adelanto del especial fin de año que he conseguido pirateando la página de RTVE.


¡Ayyyyyyyyyyyyyyyy! Con la cosa temporal me he ido al año que no toca, ¿pero sabéis lo que es más frustrante?. ¡He reconocido a todos los de vídeo!.

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