Tiempo no es algo que me sobre. Siempre tengo la sensación de que voy llegando tarde a todas partes. Ese es el aspecto negativo, claro. El aspecto positivo es que, aunque tarde, llego a bastantes sitios.
Pero no estoy aquí ahora para hablar de mi premura temporal, saco el tema para comentar por qué he tardado tanto tiempo en escribir una entrada sobre Avatar, quizás el mayor fenómeno mediático del cine de los últimos años.
Antes de la entrega de los Oscar quería haber hablado de ello. Después de la entrega me recriminé por no haberlo hecho y a estas alturas me da la impresión de que mi comentario ya no va a tener ningún interés.
A pesar de todo no me resisto a escribir ahora unas breves líneas sobre el último éxito taquillero de James Cameron. Si aún no la has visto, vete a verla al cine y en 3D. Merece la pena. Es un espectáculo visual en el que te adentras en un mundo casi virtual. Sólo le falta la opción de la interactividad para tener sensación de realidad (conste que los pareados no son intencionados (ni éste)).
Y hasta aquí todo lo novedoso de Avatar. La historia no es original, me refiero al infiltrado que acaba haciendo causa común con el bando contrario, enamoramiento incluido.
Tampoco es nueva la visión espiritual de la naturaleza, en la que todos los seres compartimos una esencia común y cada uno contribuye a una conciencia común que es más grande que la suma de sus partes. Por mucho que hayan escandalizado ahora los próceres de la iglesia por semejante competencia mística, la idea tiene ya unos cuantos años. Se basa en las teorías del polifacético científico inglés James Lovelock, quien en 1969 formuló la llamada Hipótesis de Gaia, que contempla de una manera holística toda la biosfera.
En 1982 Isaac Asimov la recogió en ”Los Límites de la Fundación”, situando el misterioso planeta Gaia como objetivo final de la búsqueda de su personaje, Golan Trevize. Gaia resulta ser un mundo vivo en el que todos sus seres están conectados.
Pero quizás te suene más el místico trasfondo intergaláctico de “La Fuerza” que George Lucas popularizó en 1977 con Star Wars. En fin, que como ves, no hay nada nuevo.
Mención especial merece la noticia que apareció como secuela del éxito de Avatar. La que decía que había gente que se quería suicidar después de ver la película. Por lo visto, los hay que cuando salieron a la calle después de estar sumergidos en semejante experiencia visual, se sintieron tan deprimidos por la realidad que les rodeaba en contraposición con la que acababan de dejar, que sintieron deseos de quitarse la vida.
Imagino que sería una exageración periodística, pero si alguien tiene un problema similar, le aconsejo que se abra una cuenta en Second Life y podrá vivir en un entorno más imaginativo aún que en el de la película.
Saludos,
Sansar
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Hay vida después de ‘Second Life’
http://tecnologia.elpais.com/tecnologia/2015/05/11/actualidad/1431335151_970268.html
Hace 9 años
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